domingo, 6 de septiembre de 2009

El viaje interminable

Este mes de agosto me he dejado contagiar de la indolencia que ha invadido la blogosfera y me he dedicado a viajar de un lado para otro. En primera clase, por supuesto, nada de compañías low cost con restricciones de equipaje que los libros pesan lo suyo, y hasta que no me haga con uno de esos lectores digitales toca cargar con los ocho o nueve kilos de rigor.

El periplo canicular comenzó a lo grande: vuelo directo Oviedo-Nueva York sin parada en Madrid y derecha desde el JFK en yellow cab a casa de Leo Gursky, mi cerrajero preferido. Lo encontré un poco desmejorado, pero después de haber sufrido un infarto eso es algo normal, lo que ya no me pareció tan normal fue su reciente obsesión por morirse sin que nadie se entere y esas cosas tan raras que hace para llamar la atención y que la gente se fije en él. Me da mucha pena, su vida no ha sido fácil: después de perder a su familia durante la II Guerra Mundial emigró a los Estados Unidos, allí se rencontró con el amor de su vida, pero ella pensando que Leo había muerto durante la guerra se había casado con otro hombre, y el hijo de ambos nunca supo que su verdadero padre era Leo. Una historia muy triste como podréis ver.

Después, en Nueva York tomé un vuelo hasta San Francisco, otra vez en primera clase, con copa de champán (no tenían cava) y aperitivos de diseño. Muy amablemente, Pinkerton y  Dodd fueron a buscarme al aeropuerto y el traslado hasta el hotel lo hicimos en landó. El cochero se parecía a George Clooney y me hubiese atrevido a entablar conversación con él si no hubiese sido porque mis amigos estaban tan nerviosos que no me dieron un momento de respiro contándome el lío en que se habían metido. Está vez el olfato para los negocios de Pinkerton no había sido precisamente el de un cerdo trufero. Me contaron que habían empeñado hasta la camisa en una delirante subasta por los restos de un naufragio, y que pensaban hacerse de oro haciendo contrabando con el opio que transportaba el barco. A mí todo aquello me olió a chamusquina. Al día siguiente recibí un telegrama del coronel Clay reclamando mi presencia en el viejo continente. Mientras Dodd salía hacia el puerto, para embarcarse rumbo a las islas Midway y recuperar el cargamento del barco naufragado, yo partía hacia el aeropuerto para tomar el primer vuelo con destino Niza, en primera clase, por supuesto.

Continuará…

NICOLE KRAUSS. La historia del amor. Traducción de Ana María de la Fuente. Ediciones Salamandra, 2006.

ROBERT L. STEVENSON. Los traficantes de naufragios. Traducción de Rafael González. Valdemar, 1994.

 

20 comentarios:

Elena dijo...

He leído el primer párrafo y me he quedado un rato dándole vueltas... ¿dónde he leído yo esto antes, dios mío? Pero entre que hace bastante tiempo que leí ese libro, y entre que el embarazo me está afectando seriamente la memoria, que tampoco era demasiado buena antes, para qué engañarnos, no he caído hasta que no he leído el final. Bonito libro el de Krauss; el otro no lo conocía.

Muy original esta entrada Lucía, me ha sorprendido.

Un abrazo

Lucía dijo...

La verdad, Elena, que lo poco que he dicho del libro no le hace justicia. Me maravilló la prosa de Krauss.
Espero que excepto por el pequeño lapsus de memoria el embarazo lo estés llevando bien. Supongo que lo peor será el calor tan horroroso que hace.

Un abrazo doble.

Insumisa dijo...

Eres una golosa de la literatura ¿eh? La disfrutas tanto que es un verdadero placer leer tus entradas al respecto.

Lu, ahora que lo mencionaste, creo que estoy hipocondriandome de House, debido a que siento que ya tengo una afasia nominal contaminada por el capítulo 20 (creo) de la primera temporada.

Jajajajaja ¡mejor leer novela negra!

Besos

Tesa Medina dijo...

Reconocí al momento la historia del cerrajero polaco, me gustó la novela, que leí hace tiempo.

Por esas casualidades, compré, sin saber que eran pareja, ésta novela y la de su marido, Jonathan Safran Foer,"Tan fuerte, tan cerca" con un tratamiento bastante original. Por momentos muy brillante.

Hice contigo este viaje, y los de más abajo, y me lo he pasado de cine.

Ah, me encanta la foto del lector.

Viví dos años y medio en Santander, y un mes estuvo lloviendo entero, reconozco que también se hace muy pesado.

Besos, Lucía.

Lucía dijo...

¡Si ya lo decía yo, que House es perjudicial para la salud!
Pásate a Life on Mars con Harvey Keitel. Está mortal con sus mocasines blancos.

Besos.

Lucía dijo...

¡Me matas Tesa! Estuve todo el tiempo pensando que la forma de narrar de Krauss me recordaba a Safran Foer. ¿Así qué son pareja?
También me gustó mucho Tan fuerte, tan cerca, y quiero leer más cosas de los dos.
La foto me salió fatal, (desde luego no quedó como yo quería), pero como la hice corriendo porque me daba corte que me pillara el señor barquillero tengo que conformarme. Gracias por el piropo, viniendo de ti se me sube la moral.
Besos.

39escalones dijo...

Eso son vacaciones y no las mías...
Un autor, Krauss, que no conozco. Pero si va a ponerme los dientes largos con los viajes que yo no podré hacer, no sé no sé.
Abrazos.

Anónimo dijo...

¿Tengo una editorial?

¡Interesante!

Santy Trombone dijo...

Hace tiempo que quiero leer algo de Safran Foer... ¿que me consejas, "Tan fuerte, tan cerca" o "Todo esta iluminado"?

Antonio dijo...

Está bien, la letra despeja. Me ha vuelto loco. Ya ves, creí que eras tú..

Lucía dijo...

Alfredo, seguro que te has pegado tus buenos viajes viendo películas sin parar.

Pues no te sabría decir Salamandra. Espera que me tomé un café bien cargado a ver si me entero.

Besos.

Lucía dijo...

Calamarín, solo leí Tan fuerte, tan cerca, y me gustó mucho. Si te animas a leerlo ya me contarás.

Antonio, era yo y no era yo.

Besos.

MK dijo...

Días de retorno y de niostálgia y búsqueda de lecturas reconfortantes con las que encara el otoño.
Me alegra leerte de nuevo. Apunto recomendaciones.
Y sí Havey Keitel tiene mucho delito , aunque se ponga mocasines blancos y suba la cota de morbo a límites insospechados , sea en El piano , en Bad Liutenant o en su impecable papel de SR.Lobo.

Lucía dijo...

¡Qué bien tenerte de nuevo por aquí, Mary Kate! Espero que hayas pasado un verano estupendo.
Harvey Keitel es bueno haga lo que haga, y en esta serie te aseguro que su papel no tiene desperdicio.

Besos.

Dante Bertini dijo...

Ignoro estos libros.
Ya casi no leo. Releo.
Se empieza a notar.

Un abrazo

Fernando García Pañeda dijo...

Demasiado bueno, Lucía.
Con tanta lectura estás empezando a tener manías de escritora.
Yo que tú me miraría eso con un buen especialista. Antes de que sea demasiado tarde.

HLO dijo...

¿Te vas a pasar al libro electrónico?
¿Cuál será el mejor?

Un verano muy literario, el mío ha sido más artístico (los museos son mi segunda pasión).

Lucía dijo...

Dante a mi no me da tiempo a releer, tengo tantos libros pendientes que se me hace imposible.

No me asustes Fernando, ¡con lo hipocondríaca que soy!

HLO, lo más seguro que me compre el lector porque para ciertos momentos me parece útil, como cuando se viaja. Pero no voy a dejar de comprar libros, el placer que produce su tacto, su olor... no lo puede sustituir nada.
Cuando voy de vacaciones me pateo todos los museos de la ciudad en cuestión, pero hay algo que me gusta más todavía que pasearme por las salas abarrotadas de arte, y son sus cafés y restaurantes, no fallo en ninguno.

Besos.

Jeanne dijo...

Es tarde, buscaré un hueco para leer tus viajes interminables...ahora que los mios acaban de cesar....

J-

Raquel dijo...

Bonitos viaje