miércoles, 29 de abril de 2009

Ida y vuelta


Para nosotros, para nuestra curiosidad, todo empezó un martes de septiembre, a comienzos de otoño, el día de su llegada. Desde la ventanilla del vagón de segunda clase, Mortes contemplaría el andén azotado por la lluvia, el letrero descolorido con la T y la M casi borradas que decía extrañamente A OGA, contemplaría un confuso horizonte de nubes y tejados. Debió de pensar, entonces, que el pueblo era lo suficientemente triste para sus propósitos. Es probable también que lo que le impulsó a apearse en el último momento haya sido el cansancio, el hastío, la certeza de no haber estado antes en este pueblo; la seguridad de no ser reconocido, de no haber arrastrado antes por las calles de Tamoga el inseparable maletón de cuero, de no haber exhibido por sus comercios la sonrisa profesional; también la seguridad y el alivio de saber que aquí no se había recostado sobre ningún mostrador junto a la habitual solterona, para hablar de cintas y botones con la contenida pasión y el aire clandestino del que hace una proposición deshonesta. También es verosímil que le atrayese la situación del pueblo, la proximidad de la frontera (esto habríamos de sospecharlo luego, cuando vino la mujer), quizás haya contado desde el principio con la estupidez y la curiosidad colectiva, con nuestra falta de perspicacia, aunque ninguna de estas conjeturas sirve para explicar el final de la historia, si es que ha de tener un final. Tampoco se puede descartar que estuviese loco o asustado. O quizás él mismo se enredó en su propio juego, en la mentira imposible en que quiso creer.

JULIÁN RÍOS. Cortejo de sombras. Galaxia Gutenberg (2007)

 

Fotografía: Connerie de René Maltête

11 comentarios:

Fernando García Pañeda dijo...

Me ha encantado el juego de palabras de la foto ;D
Un enredo como el del final del texto.
Chapeau! una vez más, Lucía.

Noemí Pastor dijo...

Me has provocado nostalgia de La France. Mira, igual me voy para allá esta misma tarde.

39escalones dijo...

Todos nos creamos mentiras a medida, todos buscamos motivos racionales para creer en lo absurdo (Cavafis).
Besos.

El camino perdido dijo...

Qué difícil es esconderse, evitar la mentira; casi imposible. Qué dañina es y cómo nos atrae.

Saludos ;)

Elena dijo...

Una foto más que sorprendente. Y con el encanto del blanco y negro, es aún más que evocadora... El juego de palabras es divertido.

un saludo

Gwynette dijo...

Quizás era un perseguido por la justicia y antes de cruzar la frontera quiso descansar en un hotel, como un señor, porque si al atravesarla era detenido, pensó -simpre con el quizás por delante- que tardaría mucho tiempo en tener esponjosas tollas blancas después de una tonificante ducha...:)

Besitos

El Doctor dijo...

Como me siento identificado con las estaciones,los trenes,las extrañas sensaciones,la lluvia,etc.Quizá porque siempre tengo la sensación de estar apeado en una estación equivocada,de ser el hombre equivocado en un lugar erróneo.

Besos y un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

MIS PENSAMIENTOS. MERCE CARDONA.

Dice, es la primera vez que visito tu casa, me ha encantado leerte, la foto es preciosa y la narración tambien.

Besosooooooooooooooooo

Tesa Medina dijo...

Este libro de relatos de Julián Ríos fue escrito hace 40 años, aunque ha sido publicado ahora, tengo un gran interés en leerlo. Me gusta como maneja la prosa, como juega con el lenguaje y como evoca atmósferas.

Podía hablar de un pequeño pueblo francés, pero también de uno de esos lugares extraños donde nació el “realismo mágico, o de su tierra natal, Galicia, historias de fronteras llenas de saudade, de silencios, de ausencias, de miradas...

Ahora sí que tengo más ganas de leerlo. ¿Qué te voy a decir de la foto? Me encanta la luz. Gracias, Lucía, y besitos.

NY me ha seducido.

Microalgo dijo...

hay demasiado por leer. Y lo peorde todo es que, a veces, hay que dormir. No da tiempo a nada.

Un abrazo.

entrenomadas dijo...

A veces es necesario esas mentiras a medida. Preciso texto. A mí también me han entrado ganas de La France.

Kisses,

Marta