sábado, 14 de febrero de 2009

Alma


Al iniciar mi carrera de Leyes, los catedráticos asistían a la Universidad con levita cruzada y sombrero de copa alta, amén de chanclos de goma y paraguas, pues Oviedo es una de las ciudades donde más constantemente llueve en todo el universo. Los chanclos Boston eran una novedad, de origen ultramarino, recibida desde luego con solícito y unánime acogimiento; símbolo, por otra parte, de los grandes adelantos conseguidos por la civilización del siglo XIX, que en general se preocupaba más de proteger los pies por fuera que de fomentar la cabeza por dentro. Antes, y desde siglos, en Asturias se usaban las almadreñas, especie de zueco o coturno en madera de haya, con tres pies por la base, para no hundirse en el lodo, de manera que quien se las ponía ganaba unos cinco centímetros de alzada. Dentro de las almadreñas, de hechura de nave fenicia, con relevada y puntiaguda prora, se inmiscuía el pie, calzado con botinas o zapatos elegantes de visita. Para mayor comodidad y molicie se acostumbraba revestir el interior de las almadreñas con un lecho o forro de heno seco. Cuando los ovetenses iban de visita, de tertulia o al casino, se despojaban de las almadreñas al entrar, y las dejaban hasta la salida en el zaguán, enfiladas, como góndolas en embarcadero, o las babuchas de los musulmanes en el porche de la mezquita. Al comenzar mi carrera de Leyes, algunos profesores viejos proseguían fieles a sus almadreñas. Luego, en el aula, el profesor indefectiblemente se endosaba la toga se superponía la muceta y se encasquetaba el ochavado birrete, para dictar clase. Esta formalidad se conserva todavía en las universidades británicas; y yo lo hallo de perlas. Concluida la lección, el profesor se manifestaba de nuevo en la vía pública investido con las prendas suntuarias de su jerarquía social: la levita y la chistera.

"CLARÍN" Y DON LEOPOLDO ALAS (Prólogo de una edición argentina de "Doña Berta, Cuervo y Superchería"). Ramón Pérez de Ayala. ARCHIVUM, Enero-Abril 1952.



EMILIO ALARCOS. Notas a La Regenta y otros texto clarinianos. Edición de José Luis García Martín. Ediciones Nobel.

 

10 comentarios:

Lucía dijo...

A mi pesar, puedo dar fe de que Oviedo es una de las ciudades donde más constantemente llueve en todo el universo, y no es exageración.
Este fin de semana, milagrosamente, ha salido el sol.

Por cierto, en mi casa siempre dijimos "madreñas", la palabra "almadreñas" la leí por primera vez en este libro. Para caminar con ellas hay que tener cierta destreza, yo lo intenté alguna vez y les aseguro que no es nada fácil.

Un abrazo bajo el sol.

El Doctor dijo...

Me gusta el norte,la lluvia,el frio,tanto como la obra de Clarín.El arranque de la novela es buenísimo cuando el autor describe el viento y las hojas secas.Eso sí,mi querida amiga,el viento no me gusta porque antes de salir de casa me tiro un buen rato peinandome.

Buen finde Lucía y saborea ese rayo de sol.

Dante Bertini dijo...

feliz día, lucía
amor,amor,amor!!!

Antonio dijo...

Eres un sol. Hermosa ventana.
Un abrazo

Noemí Pastor dijo...

Bueno, Lucía, todas las ciudades del Cantábrico compiten entre sí por el título de la más lluviosa.
En el colegio en el que yo estudiaba de niña había una monja gallega que usaba almadreñas. Yo conocía la palabra, pero era más frecuente decir "zuecos". Y mi madre cuenta que en su infancia se usaba un calzado parecido al que llamaban "choclos".
Muy bonito y entrañable.
Ah, y a mí me encanta la lluvia. Donde hay agua, hay vida.

entrenomadas dijo...

Jo, me han entrado ganas de viajar, de volver a leer el libro y hasta de que llueva.

Besos,

M

39escalones dijo...

No me importaría que me cayera encima toda la lluvia del mundo con tal de poder perderme una semana por allí. Con madreñas y todo. Incluso con toga y birrete si es menester.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi mujer dice que soy muy vulgar, pero me he recordado el diccionario de Coll, en el que se definía "oventense" como "de huevos tensos".

Fernando García Pañeda dijo...

Un texto muy entrañable. Y a mí también me parecen de perlas los ritos y las formalidades.
Sin duda, Oviedo debe de ser una de las ciudades donde más llueve en todo el universo. Casi tanto como Bilbao :D
Un beso.

Tesa Medina dijo...

Pues este invierno Barcelona no se ha quedado a la zaga en cuanto a lluvias, estáamos con los pantanos a un 20% y ahora hay que desaguar algunos antes de que empiecen a recibir la nieve.

En cuanto a las "madreñas" en una temporada que pasé en Galicia en mi adolescencia, las vi usar mucho, sobre todo para ir a la iglesia cuando llovía.

Para mí, era tan difícil caminar con ellas como con osas encima de la cabeza, otra costumbre que me llamó la tención.

Un beso, Lucía