Una noche, sin previo aviso, tres carabinieri asaltan la casa del pediatra Pedrolli y se llevan a su hijo. Durante la confusión del asalto el pediatra se enfrenta a los carabinieri resultando herido. Esa misma noche Brunetti es avisado para que acuda al hospital e investigue la agresión a este ciudadano. El capitán de los carabinieri le informa que la operación que están llevando a cabo en Venecia forma parte de una investigación a nivel nacional sobre tráfico ilegal de niños que los carabinieri de Verona han iniciado hace dos años. Hace dieciocho meses el doctor Pedrolli adoptó ilegalmente a su hijo y se le acusa, entre otras cosas, de soborno a funcionario público, falsificación de documentos oficiales, secuestro de un menor y transferencia de fondos ilegal. Con todo ello los carabinieri pretenden descubrir al que organiza la venta de niños y facilita los documentos y certificados de nacimiento. Mientras tanto el niño permanece bajo la tutela de los servicios sociales y después será enviado a un orfanato.
Los Pedrolli han adoptado ilegalmente al niño, al que su madre biológica no deseaba y que vendió por diez mil euros a esta familia desesperada ante la imposibilidad de tener un hijo propio. Sus nuevos padres le han criado durante dieciocho meses y le quieren como sólo se puede querer a un hijo. La indignación ante la separación del niño de sus padres entre los policías venecianos es patente:
-No me refería a las personas que los trajeron al mundo, sino a sus padres, los que han cuidado de ellos, los que los han tenido durante... -alzó un poco la voz- ...algunos desde hace dieciocho meses. Es año y medio. Ya andan, ya hablan. No puedes meterte en su casa, quitárselos y llevarlos a un orfanato. [...] son niños, no alijos de cocaína de los que nos incautamos y encerramos en un armario. -Alvise golpeó la mesa con la palma de la mano y miró a su superior, con la cara colorada.
Brunetti considera a los padres adoptivos como los verdaderos padres de los niños y no puede sentir más que empatía hacía ellos ante el dolor que sienten por la perdida de su hijo, pero la ley tiene su razón de ser aunque sea difícil de aceptar:
-Significa -empezó Brunetti parándose en la puerta de sus despacho- que, si se permitiera a esas personas conservar a los niños, se sentaría un precedente: la gente podría comprar niños o hacerse con ellos como quisiera y donde quisiera, y para el fin que quisiera, y sería perfectamente legal.
Con la disculpa de investigar la agresión sufrida por el pediatra, Brunetti inicia sus propias pesquisas sobre la adopción ilegal de niño. No le convence que los carabinieri hayan tardado tanto en ocuparse del delito de esta familia y sospecha que detrás de esa investigación se esconden otras razones que no tienen nada que ver con el caso.
Paralelamente, Vianello, el ayudante del comisario, investiga un caso de fraude a la sanidad pública que llevan a cabo varios farmacéuticos y médicos venecianos.
7 comentarios:
me alegra reencontrarte, voy tomando nota... un saludo (samuel)
Si debo serte sincero Lucía,no he leído nada de Donna Leon.Tu reseña me anima a hacerlo.Creo que salió una colección sobre la novela negra contemporáneo donde pude ver sus libros ¿me equivoco?
Besos y un fuerte abrazo querida amiga.
Lo que plantea el libro da que pensar. Si es ilegal, es ilegal, y esos padres ya sabían, entiendo yo, a lo que se arriesgaban al adoptar de forma ilegal, por muy dura que sea la separación para todos.
Como dura se me hace a mí la condición de ser padres de acogida, algo que me ha venido a la cabeza leyendo tu entrada. Yo conozco a una pareja que acoge a niños pequeños hasta que la justicia decide sobre el futuro de esos niños, a veces es una situación que dura “sólo” un mes, otras dura más de un año… Y así ya han convivido con más de una decena de niños y han vivido otras tantas separaciones ¿duro, no? Supongo que hay que tener muy claro que lo haces por el bien del niño y que el que sea una situación temporal no debe influir en que les des más o menos cariño. En definitiva: Carpe diem.
Un abrazo
Lo haces parecer muy interesante. Espero tener la oportunidad de leerlo.
Besos
Pues me pasa lo mismo que a Francisco. Sin embargo esta reseña apunta una cuestión interesante de difícil resolución (ejemplos recientes, aunque no tan truculentos, hemos tenido por estos lares no hace mucho). Puede que me anime por fin.
Un abrazo.
Prometí una vez no volver a leer a esta señora, pero me convenceréis entre todas de romper mi promesa. Soy débil.
Por Dios, Lucía, tengo que hacerme con el libro ya, ya mismo. Eres una manipuladora de ánimos, ¿eh?
(ni beso ni nada, me voy corriendo a la librería antes de que cierren)
Publicar un comentario