martes, 22 de enero de 2008

Una novela de barrio, de Francisco González Ledesma

Barcelona, año 1975: durante el atraco a un banco mueren el guarda jurado y un niño de tres años. Uno de los atracadores, Omedes, logra huir con parte del botín. El otro, Leónidas Pérez, es detenido.

Barcelona, año 2007: el Omedes aparece muerto en la antigua casa de citas que frecuentaba cuando era joven. El caso es encargado al inspector Méndez, buen conocedor de las calles del viejo barrio. Tras las primeras averiguaciones llega a la conclusión de que el móvil del crimen es la venganza y que el padre del niño, David Miralles, es el responsable del asesinato. Pero de momento Méndez no puede detenerle porque no tiene ninguna prueba. El otro atracador ha cumplido su condena y está en libertad, sólo es cuestión de tiempo que Miralles lo encuentre o que el atracador, para salvar su vida, se adelante y acabe con él.

La triste historia de este padre que no puede olvidar a su hijo, empeñado en mantenerlo con vida, se entreteje con las historias  de los demás personajes hasta acabar encajando con la perfección de un reloj: Ruth, la vieja madame del barrio, enferma de cáncer terminal; su ex-pupila Mabel que ha recuperado la esperanza en una vida mejor; Eva, la conflictiva joven a la que Miralles ayudó a salir de las calles y que ahora es su ayudante. Y Méndez, que nos cuenta la historia de Barcelona, y la suya propia al fin y al cabo, a través de diálogos brillantes e inteligentes, cargados de ingenio.

 

 

-A la paz de Dios, señor Méndez. Hacía tiempo que no se le veía. Yo empezaba a pensar que no le había sentado bien el licor ecológico.

-Lo que no me sentó bien fue la última comida. Unos filipinos inauguraron un comedero en la calle Unión, donde antes había una casa de gomas, e invitaron a las autoridades al evento. Los jefes dispusieron que la única autoridad que asistiría sería yo.

-También es mala leche, señor Méndez.

-El menú costaba seis euros.

-También son ganas de anticiparle el entierro. Y no me diga que el menú era de esas especialidades filipinas, señor Méndez, o sea, moluscos capturados en la isla de Cebú.

-Era de cangrejos y algas. Y las algas tenían la virtud de ser bronceadoras, o sea, que las comías y te ponías moreno. Vinieron los de TV-3, y el cámara se puso moreno tan rápido que hubo que sacarlo en camilla. A la presentadora, que era una chica muy mona y con ganas de transmitir un Barça-Madrid, o sea, de hablar de la cultura histórica del pueblo, le costó tanto llegar a la puerta que hubo quien pensó en llamar a los bomberos. Eso sí, el menú era de hermandad, porque los platos estrella consistían en cangrejos estilo Rioja, capturados en el río Besós, sector de la térmica, y algas a la valenciana. El dueño dijo que las algas serían el alimento básico del futuro, y que como todos las comeríamos, sellarían la unidad de los pueblos.

 

Una novela de barrio. Francisco González Ledesma. RBA. Primer Premio Internacional de Novela Negra RBA.

 

20 comentarios:

Luisamiñana dijo...

Jolín, qué cantidad de perspectivas en un solo argumento. REconozco que, aunque me gusta, no leo demasiada novela negra. Siempre me parecen muy ricas las situaciones que se pueden generar dentro de su ámbito: es inevitable acudir a extremos que de otra manera no surgen. Muchas posibilidades,sí.

El Doctor dijo...

Lucía me gustó la novela tanto como tu reseña.Debo confesar que ultimamente no leo mucha novela negra contemporánea.Todavía estoy en Simenon.Es que hay tantos libros por leer.Me pasa como a Tristram Shandy,pero al revés;noto que el tiempo de mi vida no es suficiente para leer todos los libros que yo quisiera.
Besos y un fuerte abrazo.

Lucía dijo...

Luisa, yo estoy enganchada a la novela negra, ahora casi no leo otra cosa.
Besos.

Lucía dijo...

Francisco tu comentario me recordó un historia que cuenta Méndez sobre un amigo suyo en otro libro de Ledesma:
"Pero ese hombre, como tantos otros, compró libros desde niño, los cuidó, los leyó, los amó, hasta que llegó a tener mil libros, pero sólo dos ojos y veinticuatro horas. Y más tarde dos mil libros, pero sólo dos ojos y veinticuatro horas. Recuerdo que un día me explicó que había llegado a una conclusión aterradora: contando los años probables de su vida, ya no le quedaba tiempo para leer todo lo que tenía, ni dinero para comprar libros."
Besos.

El Doctor dijo...

Ja,Ja.Muy bueno.Espero no llegar a eso,pero te puedo asegurar que en mi estudio tengo dos pilas que llegan casi al techo de libros pendientes.Es una locura,pero sería mucho peor si al entrar en el recinto,no las viera.
Besos.

Ajenjo dijo...

No tengo la costumbre de la novela negra, aunque me haya asomado alguna vez. Pero esta suena interesante, y aunque tal vez no la consiga en Buenos Aires, la voy a buscar. Ya está agendado.

beso
A

Argonauta dijo...

González Ledesma, todo un clásico. Si no me falla la memoria es el autor también de "Crónica sentimental en rojo". Un buen conocedor de "la otra" Barcelona.

Saludos desde el Mediterráneo.

Feliciti dijo...

Parece bastante interesante!!

Denise Makedonski dijo...

suena interesante esa novela..aúnque últimamente ando en otras lecturas..no sería malo variar de vez en cuando..veré si la consigo por acá..mi amiga gracias por visitar mi ronconcito y dejar tu comentario..te dejo muchos cariños..chauuu!!Denise

Lúzbel Guerrero dijo...

¡PLÍÑ!
Tiene buena pinta; desde: La sombra del viento, he cogido afición a las descripciones de la Barcelona de antaño.
Como la cosa está malita, le ruego me lo preste cuando lo haya leído. Gracias.

39escalones dijo...

Por fin, uno que sí he leído. Magnífico, me encantó. Una reseña estupenda y muy pertinente la tuya. Has elegido un buen fragmento.
Yo no sé cómo me lo monto, pero siempre tengo diez o doce libros pendientes de leer, y media docena de películas para ver. Exijo al gobierno días de 30 horas ¡ya!
Besos

Flotón dijo...

Lo de las algas me ha traído a la cabeza la película "Cuando el destino nos alcance" con el Soilent Green y tal.

Buscaré el libro, gracias.

comopompasdejabon dijo...

No me digas! la verdad no apreciamos bien a toda esa gente que trabaja en domingo, por la noches, haciendo guardias en tantas y tantas cosas sin las que ya no podriamos vivir.
Mi semana no termina jamas, es mas no dejo de trabajar salvo en las escasas horas que duermo por culpa a veces del blog esto, lo otro gracias a un rubio ¡ soberbio! que vive conmigo ;-)) un maravilloso loco bajito. ja,ja.
Un besazo

comopompasdejabon dijo...

Ahhh por cierto ¡ terminaras consiguiendo que lea novela negra!

ana dijo...

A mi, la novela negra me gusta verla en peícula, notar los hedores, los claroscuros, los diálogos interpretados con voces profundas, la música del suspense...todo eso. además de centrarme más en la trama y así poder disfrutar más cómodamente de lo secundario, Barcelona o cualquier otra cosa.
Beso Lucía,
Y tambien quisiera tener más tiempo por cierto, no me da la vida.
ana.

Anónimo dijo...

Confieso que no leo novela negra: pero has sido tu, como Noe, las responsables de que a cada poco quiera moverme por allí también: sin evitar la riqueza, los medios: las escenas: las perspectivas. Muy bien.-

Noemí Pastor dijo...

Fíjate, Lucía, que no consigo recordar si he leído alguna de Ledesma o no. ¿Es grave?
Probaré con ésta, de todos modos.

Tesa Medina dijo...

Sólo alguien que no conozca Barcelona se atrevería a comer cangrejos pescados en el Besós. Yo, desde luego, ni los probaría.

Y al final acabaré leyendo novela negra, animada por tus excelentes reseñas. Aunque leo a Mankel y a los "raros". Ahora estoy con una titulada "El Ojo de jade" de una china. Échale un ojo, creo que te gustará.

Un beso

entrenomadas dijo...

LucIA, te leo despuEs de haber comido una ensalada de algas. Espero que me sienten mejor que al protagonista.
jejeje, ya te contare.
Que buena pinta tiene la novela, mejor que mi ensalada.

Besos


pd: Hoy las teclas estAn mareadas con los acentos. Estoy en un ciber, sorry

Fernando García Pañeda dijo...

Es extrañamente atractiva esa combinación de alma blanca artista y lectura negra literaria. Insaciables en ambos sentidos, por lo que veo.
Que dure muchísimo tiempo.
Un beso.