A veces, en Samarcanda, al atardecer de un día lento y triste, los ciudadanos ociosos van a deambular por el callejón sin salida de las dos tabernas, cerca del mercado de las pimientas, no para degustar el vino almizclado de Sogdián, sino para espiar idas y venidas u hostigar a algún bebedor achispado, al que arrastrarán por el polvo, cubrirán de insultos y condenarán a un infierno cuyo fuego le recordará hasta el fin de los siglos el rojo reflejo del vino tentador.
De un incidente parecido nacerá el manuscrito de las Ruba'iyyat en el verano de 1072. Omar Jayyaám tiene veinticuatro años y hace poco tiempo que llegó a Samarcanda. Esa tarde ¿se dirige a la taberna o es el azar del callejeo lo que le lleva hasta allí? Renovado placer el de recorrer una ciudad desconocida con los ojos abiertos a las mil sugerencias de un día que toca a su fin. [...]
En la plaza de los mercaderes de ahumados, una mujer encinta aborda a Jayyám. Apenas tiene quince años y lleva el velo levantado. Sin una palabra, sin una sonrisa en sus labios ingenuos, le quita de las manos un puñado de almendras tostadas que acaba de comprar. El paseante no se asombra, es una antigua creencia en Samarcanda: cuando una futura madre encuentra en la calle a un forastero que le agrada, debe atreverse a compartir su alimento, así el niño será tan hermoso como él, tendrá su misma silueta esbelta y los mismo rasgos nobles y regulares.
Samarcanda. Amin Maalouf.
El tulipán roba su púrpura a la sangre de un emperador muerto. Nace la violeta del lunar que adornaba el rostro de un adolescente.
Las Rubaiyyat. Omar Khayyam.
Tags: Literatura, Amin Maalouf, Poesía, Omar Khayyam Powered by Qumana
15 comentarios:
Impresionado me dejó la lectura de los poemas de Khayyam; cayeron en mis manos casi por casualidad y resultó toda una experiencia.
Besos
...a veces cuando entro en tu blog , no puedo evitar preguntarme , que he estado leyendo yo todos estos años?.
Apuntado Khayyam...
Señorita, apuntito estuve de comprar el libro, pero finalmente me decanté por el de Las mil y una noches.
Qué nervios, estoy pensando en lo de reabrir el blog. Jijiji!
Rouge
Anímese Señorita Rouge, sería una buena noticia.
Besos.
Sólo con el nombre de Samarcanda se abre un amplio abanico de posibilidades de ensueños;sobre todo el de viajar,partir.Me hace pensar mucho tu post Lucía.Quizá,deberíamos beber de esa copa,que apunta Khayyam,antes de que haga,sin prestar atención,con tu tierra y la mía un jarro de alfarero.¡Bebamos!
Muchos besos.
Lo más parecido a ese lugar en el que he estado fué en El Cairo, en el célebre mercado de Khan el Khalili el gran bazar egipcio, un laberinto donde pasear es un placer para los sentidos. En sus callejuelas repletas de pequeñas tiendas y talleres artesanos, deambulan los turistas en busca de recuerdos, regateando el precio de alfombras o bisutería, mientras el aire huele a esencias de Al Fayum y a especias de Nubia.
Los escritores orientales siempre me hacen "masticar" las historias. No he leído los poemas que mencionan (los buscarésin duda) pero he leído "Cerezas rojas sobre losas blancas" de Maran Al-Masri, ¿Lo has leído?
Un abrazo
Alfredo, a mí también me impresionaron las Rubbaiyat, sobre todo tantas referencias al vino.
MK, estas lecturas son de hace mucho tiempo, después me entró la fiebre por la novela negra y de ahí no me sacas.
Francisco, brindo contigo por la buena salud de nuestros blogs.
Alberto, entrar en Khan El Khalili es como entrar en otro mundo y en otra época.
Sonia, no lo he leído así que tendré que ponerle remedio, anoto tu recomendación.
Besos.
Ya está, señorita, ya la he liado!
HOLA SEÑORITA MUY BUEN BLOG ESPERO VISITE EL MIO UN ABRAZO ENORME DESDE ARGENTINA Y ESPERO ME LINKEE.
ME SIENTO SOLO NADIE VISITA MI BLOG.JAJAJA
BESOS
Uffff, hace tiempo que no leía esta maravilla. Qué placer encontrármelo hoy.
Besos y gracias
Para la señorita Rouge,
deseando estamos que abra otra vez esa puerta.
Kisses
mmm creo que debo releer... demasiado tiempo para esta memoria mía, tan frágil ella
:)
Un abrazo!
Es repetirse como la cebolla, pero es así: combinaciones maravillosas.
Es difícil penetrar en los Rubaiyyat, pero mucho más sencillo en el estupendo Maalouf.
Delicias de Levante.
Abrazos.
Para que veáis qué burra soy: yo hasta hace poco creía que Samarcanda no existía, que era una ciudad de leyenda, literaria. Me enteré de la verdad por un reportaje de la tele. Fue como con los Reyes Magos, pero al revés.
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