jueves, 3 de mayo de 2007

PIEDRAS ENSANGRENTADAS, de Donna Leon.

Como siempre Donna Leon aprovecha al comisario Brunetti para acercarse a la realidad que a todos afecta por igual y a muchos nos preocupa. En "Piedras ensangrentadas" la muerte de un subsahariano, vendedor ambulante de bolsos de imitación, desvela las implicaciones del gobierno en el tráfico de armas y en otros asuntos económicos y políticos que mantienen en secreto, asesinando, y tergiversando la verdad en su beneficio, manteniendo, como siempre, engañada a la población. El comisario no solo tiene que enfrentarse a los prejuicios racistas dentro de la comisaría sino que también en su propia casa ya que su hija adolescente no tiene muy claras las ideas.


Lo mejor de todo es que he leído en el libro un caso que sufrí en propias carnes hace unos diez años cuando visitaba la Roma Imperial y que supongo le habrá sucedido a otros muchos viajeros que quizás estén leyendo esto ahora:



- Ah, comisario- dijo el sargento cuando Brunetti se dio a conocer-. Todo el día he querido llamarle, pero hemos sufrido una invasión.


- ¿Turistas?- bromeó Brunetti.


- Gitanos. Debe de haber una tribu en la ciudad: esta mañana hemos tenido nueve denuncias, todas ellas con la misma vieja historia de los niños de los periódicos.


- Creí que eso lo hacían sólo en Roma- dijo Brunetti, recordando la escena en la que una caterva de críos agitaban periódicos y chillaban para distraer ala víctima mientras otro de la banda le daba un tirón al bolso o la billetera y salía corriendo.



Pues lo mismo le pasó a mi acompañante, pero él que es muy precavido nunca lleva dinero cuando va de viaje, los terrenales asuntos me los deja a mi, y sólo le robaron la cartilla de la vacuna del tétanos (que siempre lleva encima aunque asegura que no es hipocondriaco) que conseguí recuperar después de ponerme a gritar con acento del sur de Italia un montón de tacos que aprendí cierta vez que estuve bien acompañada en la Puglia.


No es por presumir, pero también logramos salir con todas nuestras pertenencias del autobús número 64, que va de Termini al Vaticano, y tiene un justo prestigio por sus afamados carteristas. Mi acompañante con su cartilla de la vacuna, yo con todo lo imprescindible, y nuestro instinto de supervivencia en plena forma, en tan espléndida ciudad.


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2 comentarios:

Noemí Pastor dijo...

Yo leí hace años "Muerte en La Fenice" y no me gustó demasiado. Siento que no me gustara, porque es una autora prolífica que puede dar muchas satisfacciones.
Quizá tu artículo me dé algunas claves para entender mejor a la señora Leon.

entrenomadas dijo...

Voy a pedirlo hoy mismo. No conocía el libro. Gracias por la sugerencia.
Y gracias por acercarnos a tu blog.