viernes, 20 de abril de 2007

Oliverio Girondo

A resultas de haber leído hoy un post en Boquitas Pintadas con un poema de Ángel González me he pasado el día leyendo poesía. He estado releyendo a Ángel González (paisano mío y a quién tuve el gusto de conocer), a Mario Benedetti, a Oquendo de Amat, a Jean Genet (a propósito de Genet: lean la noticia que publica hoy El País sobre la puesta en escena de una de sus obras), y sobre todo a mi preferido, a Oliverio Girondo.

A Oliverio Girondo le descubrí por una casualidad cuando hace unos años emitieron un ciclo de películas en Canal+ del director argentino Eliseo Subiela, una de ellas era “El lado oscuro del corazón”. El protagonista (Darío Grandinetti), un joven poeta bohemio que vive de, por y para la poesía, va de Buenos Aires a Montevideo, acompañado por la Muerte (Nacha Guevara), en busca de la mujer de su vida. El protagonista habla con los versos de Oliverio Girondo, Mario Benedetti y Juan Gelman. En una escena aparece Mario Benedetti interpretando a un marino que recita un poema en alemán. Una película maravillosa de la que quedé prendada. Me encantaría volver a verla solo por oír recitar esos poemas con acento argentino, pero no soy capaz de encontrarla en ninguna tienda.

Lo que más me gusta de la poesía de Girondo es el uso tan sonoro que hace de las palabras, como experimenta con ellas, su pasión, su humor. Fue un vanguardista, uno de los fundadores de la poesía contemporánea hispanoamericana.

Poema 23.

Se podrá discutir mi erudición ornitológica y la eficacia de mis aperturas de ajedrez. Nunca faltará algún zopenco que niegue la exactitud astronómica de mis horóscopos ¡pero eso sí! A nadie se le ocurrirá dudar, ni un solo instante, de mi perfecta, de mi absoluta solidaridad.

¿Una colonia de microbios se aloja en los pulmones de una señorita? Solidario de los microbios, de los pulmones y de la señorita. ¿A un estudiante se le ocurre esperar el tranvía adentro del ropero de una mujer casada? Solidario del ropero, de la mujer casada, del tranvía, del estudiante y de la espera.

Poema 8.

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.

En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en al cocina, hasta en el W.C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Espantapájaros. 1932.

Estos poemas se pueden encontrar en el volumen número 242 de la nunca suficientemente alabada Colección Visor de Poesía con el título de "Veinte poemas para ser leídos en el tranvía" y de "Calcomanías y otros poemas" en la edición de Trinidad Barrera.





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